“Vengo a ser terrible. Soy un monstruo, decís. No, soy el pueblo. ¿Soy una excepción?

No, soy todo el mundo. La excepción sois vosotros. Vosotros sois la quimera y yo soy la realidad.” 
 A partir de esta cita de Víctor Hugo en el “Hombre que ríe” enunciando un escrito de Paul B. Preciado abro un diálogo físico y verbal sobre cómo nos miramos.

La palabra monstruo tiene varias acepciones, pero ahora mismo sólo voy a destacar dos:

1.- Ser fantástico que causa espanto.

2.- Persona que en cualquier actividad excede en mucho las cualidades y aptitudes comunes.

Encontrar nuestro monstruo fue la idea principal de esta pieza.

Leyendo a Paul B. Preciado, “Yo soy el monstruo que os habla”, el discurso que dio ante 3.500 psicoanalistas para las jornadas internacionales de l’école de la Cause freudienne en París, donde alguien como Paul era considerado un “enfermo mental” y un “disfórico de género”.



El juego de los magos antiguos, de transformar al público en animales y hacerles caer en un subconsciente profundo, nos brindó la oportunidad de transformarnos y manipularnos al son de la magia y el subconsciente.

En este duo de magia y movimiento, hemos intentando traer a nuestros monstruos. Jugar a ser manipulados y a jugar. Al son de unas palmas y un juego de niñes aplastado por nuestros monstruos interiores: David Bisbal y Chenoa.

Intérpretes: Laura Morales y Helliot Baeza.